sábado, 26 de mayo de 2012

UNA PELI DE TOROS


Venimos observando en los últimos años una progresiva e inexorable politización de todos los aspectos de la sociedad española, por muy nimios y asépticos que sean. El recurso de considerar la alteridad (política, social, cultural) como un problema es peligroso en sí mismo, por cuanto provoca pérdida de cohesión social y polarización entre los distintos sectores de nuestra párvula democracia. Da la impresión de que la transición española fue una especie de curso acelerado de cultura democrática para alumnos discapacitados, puesto que a día de hoy, pasados treinta y cinco años, nuestro aprendizaje de las reglas democráticas en tanto garantías de equidad, de respeto, de vertebración de los grupos, de acercamiento de las distintas posiciones, se puede traducir en un suspenso.
    Uno de los últimos jalones de este proceso imparable ha sido la polémica carpetovetónica de los silbidos al himno español en un partido de fútbol. Ciertos medios de comunicación no son en modo alguno ajenos a estas polémicas entre castizas y carnavalescas. Tal es el caso de La Razón, un medio cuyas portadas hace tiempo que engrosan los trabajos científicos sobre manipulación mediática. En su edición del pasado 15 de mayo, el citado diario llevó a portada una comparación de cifras de ingresos entre el cine español y la fiesta de los toros. La ocurrencia llevaba implícito un peligroso sesgo, puesto que cualquier lector podía darse cuenta al leer el amplio despliegue de páginas interiores que la intención era la identificación de los toros como un espectáculo “de derechas”, y el cine español como un negocio “de izquierdas”. Tal afirmación, aparte de ser una estupidez, es, desde luego, nociva, tanto para los toros como para el cine. Pero es que además, los argumentos según los cuales el cine español recauda mucho menos que los toros, son simplemente un invento mal montado, y el propio diario, en su despliegue de datos de la página 34, lo demostraba sin proponérselo. Se suponía que la recaudación del cine español era de 80 millones frente a 350 de los toros. Consultando los datos del propio periódico observábamos que, sin embargo, el número de espectadores en salas de cine era de 110 millones, en tanto los asistentes a las corridas se quedaban en 10 millones, último lugar entre los espectáculos reseñados, además del fútbol, el teatro y los conciertos. Nos encontrábamos, por ejemplo, que el número de proyecciones en España se acercaba a los 4.600.000 frente a los 1848 festejos taurinos, suponemos que en cifras anuales, porque el medio no lo citaba. La razón olvidaba para estas cifras marcar una división entre cine español y extranjero que sí había hecho en portada. Así, nos enteramos de que la recaudación total del mundo del cine es, solamente contando películas no españolas (pero proyectadas en nuestras salas) de 662 millones, un volumen de negocio muy superior al de los toros. El artículo es dañino no sólo por la politización sino porque desliza una interpretación, a tenor de las cifras, de espectáculo elitista para los toros y de producto popular de masas para el cine. Por otra parte, La Razón oculta intencionadamente el volumen de ingresos más importante de las producciones fílmicas españolas, la venta de DVDs, el consumo a través de videoclubs y televisiones, que no tiene un espectáculo presencial como los toros. La obsesión por las cifras ha llevado a una comparación imposible, que más que criticar supuestas subvenciones al cine 8como era intención en el diario), perjudica a los toros, haciendo más evidente su vulnerabilidad.

domingo, 20 de mayo de 2012

POSTALES



El pasado 17 de mayo se celebró el Día Internacional de Internet, un medio que nos ha cambiado de arriba abajo en sus apenas tres décadas de vida. La posibilidad de transmitir datos, conversar e incluso vernos en tiempo real a miles de kilómetros de distancia era algo inaudito no hace tanto tiempo. Internet ha cambiado nuestro lenguaje, nuestra forma de pensar, pero con más evidencia todavía nuestros usos y costumbres. Podemos localizar con facilidad a los jóvenes del entorno con sólo ingresar en la lista de chats de una red social, observaremos que están todos conectados; no hará falta buscarlos por las calles. De igual forma, gracias a los avances de la telefonía móvil, que se ha convertido ya en el principal soporte de la red, podemos observar nítidamente en las mesas de un café o el banco de un jardín a los absortos usuarios desarrollando sus pases mágicos sobra la pantalla táctil. Si trajéramos a un ciudadano de los años setenta a la actualidad para observar los usos de nuestros contemporáneos, no entendería nada de este cambio tan radical. Y esto no es ciencia ficción, sino la realidad cotidiana. Internet ha posibilitado la existencia de movimientos hasta hace una década imprevisibles, léase la Primavera Árabe o el 15-M español, una de las pocas ideas que hemos exportado además de la palabra “siesta”. Efectivamente, un proyecto original bien gestionado en las redes puede convertirse en cuestión de semanas en un acontecimiento mundial. Pero quiero aquí hacer el camino contrario, volver a los viejos sistemas. En el IES Arzobispo Lozano, una profesora se ha empeñado en recuperar para el público joven el formato postal, en lenta agonía por la competencia del correo digital. Isidora Navarro, junto a otros profesores y alumnos, ha invitado a través de las redes sociales, Twitter, Facebook, Tuenti, y de una cuenta de correo, laspostalesdelarzobispo@gmail.com, a toda la comunidad educativa del citado centro, a todos aquellos que han tenido alguna relación, siquiera anecdótica con el mismo, a celebrar el Día Internacional de Internet enviando un correo digital a alguno de estos medios indicando con su nombre y apellidos que curiosamente va a participar en un proyecto basado en el envío de postales. Isidora y los promotores del proyecto Las Postales del Arzobispo han elegido el camino contrario; usan Internet para popularizar el tradicional correo postal. La colección de postales recibidas en el centro entre los días 17 de mayo y 12 de agosto, Día Mundial de la Juventud, se expondrá a partir del 9 de octubre, que celebra precisamente el Día Mundial del Correo.
El envío de postales es un ritual que los jóvenes desconocen, la mayoría no lo ha experimentado jamás, y ni siquiera saben donde colocar la dirección postal. La emoción de depositar ese objeto tridimensional, ameno al tacto y a la vista en un buzón, un objeto real que viaja, tangible, no una serie de ceros y unos electrónicos, y esperar que llegue a su destino a través de un previsible viaje de sacos y trenes les es desconocida, al igual que la sorpresa de abrir el buzón de casa y descubrir en su interior la sorpresa de la amistad o del recuerdo. Porque una postal, es cierto, requiere cierto trabajo, buscar un momento tranquilo y relajado en una ciudad lejana, escribir y pegar el sello, actos que implican una voluntad de amistad y de conmemoración.
Una cosa más. Aquellos que quieran enviar su postal al centro escribirán esta dirección:
IES Arzobispo Lozano, Las Postales del Arzobispo, Av. De Levante, 20, 30520 Jumilla, Murcia.

domingo, 13 de mayo de 2012

A FAVOR DE LA PRENSA ESCRITA



Se ha celebrado recientemente el Día Mundial de la Prensa Escrita; distintas agrupaciones de periodistas han denunciado la falta de transparencia de las instituciones públicas y la reducción de la libertad de expresión a que está siendo sometido el sector. Algunos medios hablan ya abiertamente de censura.
Algunos autores quieren establecer una comparación entre la prensa seria y las redes sociales, con el argumento de que estas aportan inmediatez e independencia. Esta comparación supone un reduccionismo de la situación. Las redes sociales ocupan un espacio totalmente distinto en la formación de la opinión pública, son una desordenada amalgama de puntos de vista particulares que enriquecen nuestra perspectiva pero que no tiene garantía de veracidad, ni medios para contrastar sus informaciones, ni asociaciones, federaciones, reglas de autocontrol, como la prensa escrita. En la formación de ciudadanos que quieren profundizar en las estructuras y mecanismos del mundo en el que viven, y asumir su capacidad de interacción y de influencia hacia el resto de sus semejantes, las redes sociales no son la panacea, sino más bien una parte de la solución. Conviene recordar las palabras de Ángel Gabilondo (cuánto habremos de echar de menos a aquel breve Ministro de Educación). Presentaba Gabilondo el pasado 9 de marzo en RNE su último libro, “Darse a la lectura” y nos confesaba: “A veces pienso que la red también es un gran santuario de soledad”. Aquí estriba otra diferencia radical de la prensa escrita respecto a otros medios: la lectura de un diario es un hecho social, una labor íntima y a la vez pública que realizamos en compañía, en un bar, desayunando en casa, al sol junto a los vecinos. Creo que es posible, y necesario, un modelo mixto donde cada medio ocupe su terreno, donde cada formato pueda desarrollar su ritmo, su tempo, su modo de leer, de intercambiar. Pero es también necesario mantener medios que obedezcan unas reglas y que puedan, como hace unos días, elevar su voz conjunta contra los abusos. De igual forma que sin sindicatos desaparecería la cohesión social en el mundo del trabajo, sin prensa seria moriría buena parte de la cohesión democrática de la sociedad.
Hace unos días recibí un correo que me llamó especialmente la atención, enviado por el veterano periodista Manuel Gea.  El citado e-mail contenía una nutrida selección de portadas de Hermano Lobo, la emblemática revista que acogió en sus filas a clásicos como OPS, Chumi Chumez, Peridis o Summers. Desde 1972, Hermano Lobo preguntó con descaro, acusó con salero, reivindicó con humor (dentro de lo que cabe, como ellos mismos decían), en los estertores de una dictadura inmóvil, por la libertad sindical, por la amnistía, por el verdadero origen de la crisis, por la necesidad de los estatutos de autonomía, por la libertad de asociación, de reunión, de expresión, e incluso por cosas que los medios actuales no se atreven a nombrar. El periodista preguntaba si era verdad que habían pasado 37 años, porque no lo parecía. El lastre más importante de una parte de la prensa escrita nacional actual, no nos engañemos, es la autocentura, la sumisión al dinero fácil, la falta de de pasión, la parcialidad descarada, a veces ridícula. Esa es la prensa que hay que cambiar, pero cientos de medios escritos a nivel local, regional y algunos a nivel nacional, siguen desarrollando una labor seria, comprometida y difícil que merece la atención del ciudadano que pretenda analizar la realidad con un mínimo de seriedad.