domingo, 22 de octubre de 2023

TODOS LOS GUETOS

 


Ante la situación actual del conflicto Palestino-israelí, creo que es importante para el ciudadano, entre tanta exaltación, desinformación y, sobre todo, y lo más alarmante, censura y prohibición, posicionarse de alguna manera.

            En mi caso, sólo serán unas imágenes y breves apuntes sobre textos de lectura reciente que me han llevado a escribir esta breve nota.

            Paseando por la judería de Segovia, una de las más notables, y también de las peor tratadas en su momento, llama la atención las muchas puertas que conservan en sus cerraduras vestigios del pasado hebreo. Se cuenta que los sefardíes conservaron la llave de sus casas con la esperanza de volver algún día. Estas puertas –como la que se reproduce en la imagen- hoy nos hablan un lenguaje perverso. Ver la imagen de la llave junto al bajorrelieve de un pez nos recuerda que el Estado Israelí (que no es equivalente del Pueblo Judío como Hamas no lo es del Pueblo Palestino) mantiene entre sus fronteras y el mar una cárcel a cielo abierto de diez kilómetros de anchura llamada Franja de Gaza. La memoria preservó a los judíos de la extinción como identidad cultural, y es la tozuda memoria la que avisa del genocidio que ellos mismos están ahora mismo llevando a cabo en esa cárcel.

            En un pasaje de Color. Historia de la paleta cromática, de Victoria Finlay, tomando, imagino, como fuente al clásico Los judíos en España, de Joseph Pérez, la autora nos ilustra un momento crucial de la historia de España en el que las carabelas de Colón tuvieron que maniobrar a la salida del puerto de Palos por las muchas barcas que allí se concentraban en plena escapada judía desde Cádiz. El destino de estos judíos fue el Norte de África: el Magreb y el Reino de Fez (donde fueron maltratados), Túnez, Argel, Orán, y, sobre todo, el Imperio Otomano, donde pudieron vivir, prosperar e incluso tener esclavos cristianos: territorios todos de creencia islámica mayoritaria. El sultán Bayaceto II estaba especialmente encantado con la diáspora judía, pues pensaba –y con razón- que Fernando el Católico había sido poco inteligente al dilapidar de forma tan gratuita la riqueza de su país. El espacio del que ahora el Estado Israelí quiere expulsar a toda costa al Pueblo Palestino formaba parte del Imperio Otomano en época de la Diáspora Sefardí. Nuevamente la historia nos ofrece curiosas paradojas.

            Posiblemente en la memoria del pueblo judío todavía se guarde el buen trato que en aquellos territorios del Islam se le dio a sus antepasados, es evidente que, muy al contrario, el Estado Israelí lo ha olvidado por completo.

            No voy a nombrar el Holocausto para no alargar esta nota en exceso, pero sí recordar que los primeros Guetos no fueron alemanes ni datan del siglo XX, sino italianos (de ghetto “fundición en hierro”) de principios del siglo XVI para ubicar a los muchos judíos españoles que terminaron recalando en la península italiana, en los territorios que no eran de la Corona de Aragón, único espacio europeos que se los recibió al principio. Un posible habitante de uno de los primeros guetos pudo ser Juan Leonardo de Martinengo, un artesano sefardí expulsado en 1492, que acabó viviendo en Cremona donde enseñó el secreto de la construcción de violines a los hermanos Amatti, recogido con el tiempo por Guarnieri y Stradivari; no está de más recordar a este misterioso personaje, ni a Victoria Finlay, que lo rescató de las tinieblas para el público general.

            La Franja de Gaza es el mayor gueto de la historia y no ha sido mejor tratado que otros guetos históricos de triste memoria. Su creador, con la aquiescencia europea, por ejemplo, es el Estado Israelí.

Se habla mucho ahora de deshumanización; yo incluiría también objetualización o cosificación como término cercano, y tengo mis razones. Si el gueto es el primer paso de la deshumanización de las comunidades, la manipulación mediática es el principal vector de su objetualización. Y en este caso, nadie se salva. Los musulmanes hoy están siendo absolutamente deshumanizados, no solo por Israel, sino por todo occidente, la confusión de un ente como Hamas con un pueblo entero, a pesar de ser tan burda, no es inocente ni gratuita. Pero también el Pueblo Judío está siendo deshumanizado, hay judíos muy críticos con las actuaciones del Estado Israelí, en Israel y en otros países, pero son acallados. Tanto el Pueblo Palestino como el Pueblo Israelí están siendo radicalmente objetualizados, en tanto comunidad y también como individuos y ciudadanos. Los medios de ultraderecha en Estados Unidos, Italia o España pagan cientos de cuentas en redes sociales para llevar a cabo esa objetualización que concierne a sus intereses, sembrando el terror en la población occidental. Tenemos claro que Hamas es un grupo terrorista, pero parece que olvidamos que el terrorismo también se ejerce sin el sacrificio de seres humanos.

Hace unos días, en una clase de secundaria, varios alumnos se dirigieron a mí diciendo que tenían miedo y que no querían morir con solo 17 años, que España estaba en alerta máxima por ataques yihadistas. Yo les tranquilicé diciendo que, si ese peligro existía -que habría que comprobarlo con fuentes oficiales-, se trataría en todo caso de los llamados “lobos solitarios”, y que en España había miles de ciudades, aldeas y pueblos, y existían más posibilidades de ser atropellado por un coche que de ser víctima de uno de esos lobos. Quién sabe si en algún estado europeo a día de hoy me hubieran abierto expediente por esas palabras, de momento, hay periodistas gráficos despedidos en USA por hacer una caricatura de Netanyahu. Resulta curioso comparar esa censura con la salvaje condena que Charlie Hebdo sufrió por unas caricaturas de Mahoma.

            En cualquier caso, con mucha diferencia, la mayor objetualización, deshumanización, secuestro y genocidio la sufre actualmente el Pueblo Palestino que habita la Franja de Gaza, por parte del Estado Israelí y sus aliados estratégicos, y obviar y ocultar ese hecho por parte de Occidente será un descrédito, una culpa, un baldón que permanecerá por mucho tiempo como una importante duda sobre la credibilidad de nuestras democracias.

Imagen:

Cerradura de la Judería de Segovia, @ B. Medina, 2017.

Bibliografía:

Pérez, Joseph (2005). Los judíos en España, Marcial Pons, Madrid.

Finlay, Victoria (2023), Color. Historia de la paleta cromática, Capitán Swing, Madrid. Traducción de Eva Acosta.