Hasta hace pocos meses en países como Vietnam, Bolivia o Ghana
los grupos sociales más pobres en sus ciudades no disponían de medios para
cubrir las necesidades básicas (higiene, salud, alimentaria, etc.) poniendo en
jaque el desarrollo que, como seres humanos
deberían tener. Pero esta situación va cambiando gracias a los programas de
cooperación de instituciones internacionales y a la ayuda privada. Ahora muchas
personas cuentan con acceso a infraestructuras que les permiten mantener unas
condiciones saludables de vida, aumentando la posibilidad de que se reduzca la
exclusión social.
Estos días he estado leyendo varios testimonios de personas
que habitan en países muy distintos debido a sus culturas, costumbres o
tradiciones, pero a la vez muy similares provocado por la pobreza y la escasez
de recursos. Estos testimonios recogían los beneficios que habían reportado en
los cuestionados el haber podido trasladarse a vivir a la ciudad. Es cierto
que, según las predicciones (las cuales hay que tomarse como lo que son, predicciones) en las próximas décadas
aumentará el número de personas desplazadas a las ciudades para vivir. Es
lógico que, el 90% de este aumento sea mayor en países de Asia y África, ya que su
nivel de desarrollo es menor.
Pero, ¿por qué son tan importantes las ciudades? Para ello
responderé basándome en tres aspectos: espacial, económico y social. Respecto
al primero, el habitar en un núcleo urbano permite que sus habitantes
puedan proveerse de tierras y viviendas
asequibles a su poder adquisitivo. Por otro lado, las ciudades son lugares donde
se puede acceder (con mayor facilidad) a un mercado de trabajo informal en el
que los residentes tienen la oportunidad de desarrollar competencias
personales, y de esta manera poder tener estructuras para disponer de
microcréditos con los que ejecutar sus propios proyectos. Visto de otra manera,
el que pueda trabajar una mayor proporción de la población repercute
positivamente en el PIB nacional.
Respecto al tercero y último, y desde mi punto de vista el
más importante, está el aspecto social. Considero que los dos aspectos
anteriores no pueden lograrse sin haber superado antes las dificultades
sociales. El ser pobre supone un estigma
en aquellos que por desgracia les ha tocado vivir esa condición. Ese ‘estigma’
contiene exclusión, marginación, violencia, insalubridad, etc. Es por ello por
lo que una ciudad puede ser capaz de
cambiar todo lo anterior. De esta forma, los gobiernos están llevando a cabo
políticas para promover el Desarrollo urbano. El Desarrollo urbano (socialmente) incluye
la posibilidad de aumentar la participación urbana, y de ofrecer apoyo a la
población más frágil para facilitar su integración. Una forma de lograr dicha
meta es incrementar los programas sociales y las comunicaciones de las áreas
rurales con las urbanas, e incluir estas zonas dentro de los núcleos
urbanizados.
No debemos volver la mirada e ignorar la situación en la que
viven cientos de miles de personas. Creo que podemos servir como ejemplo para
mejorar la situación de los núcleos urbanos subdesarrollados, y aportar nuestro
granito de arena ya sea con nuestros conocimientos o con aportaciones
monetarias. No lo olvides, cada ciudad es una nueva oportunidad.
Iniciamos con esta entrada la colaboración de Guillermo García-Villaverde, responsable
del blog La Mirilla Económica,
en cuyo enlace pueden los lectores seguir otros artículos del mismo autor.