martes, 21 de febrero de 2012

ANALFABETOS VISUALES


El pasado 29 de diciembre se proyectó en el salón de actos de CajaMurcia la última creación de Abraham (Abram) Tomás, un joven y lúcido cortometrajista jumillano que lleva ya una docena de años metido de una u otra forma en el mundo del cine. “Postígom” es el título de una pequeña obra maestra donde la coherencia entre lo que se cuenta y cómo se cuenta es radical. En este cortometraje de unos diez minutos de duración se hayan condensados algunos de los principales problemas de la filosofía actual vistos desde la perspectiva del mundo audiovisual. No se pueden escatimar elogios para un producto que roza lo perfecto. El día de la presentación la sala estaba repleta, como pocas veces, y repleta de jóvenes, como casi ninguna en cualquiera de los foros públicos jumillanos. El cortometraje en cuestión, sin embargo, no era un producto trivial, y exigía cierto nivel de conocimiento en materia de cine para ser interpretado en toda su extensión. Por desgracia, una buena parte de los entusiastas allí reunidos no logró entenderlo más allá de su capa externa en forma de thriller. La culpa no era la supuesta oscuridad del corto, ni la falta de atención del público, sino la deplorable formación que la escuela española brinda a sus alumnos en materia audiovisual. En un mundo donde la mayoría de los mensajes nos llega a través de medios de masas basados en la narración visual (cine, vídeo, televisión, canales por internet, fotografía, diseño publicitario, etc.), no existe una asignatura o materia en la educación obligatoria que enseñe este lenguaje a los niños, que despiertan a la vorágine indiscriminada de datos de los “mass media” de su entorno sin una herramienta que permita al menos discriminar entre contenidos de calidad o simple basura digital. Las áreas de plástica o de tecnología apenas tienen dentro del currículo que se les asigna un pequeño fragmento dedicado a este lenguaje fundamental, y el exiguo cómputo horario les impide su tratamiento siquiera sucintamente. Nuestros alumnos dedican largas horas a formarse en el lenguaje oral y escrito, tanto en castellano como en otros idiomas, pero crecen totalmente desarmados ante la manipulación mediática constante que les hace convertirse en meros instrumentos audiovisuales, intercambiando datos sin ser conscientes del mensaje real o profundo de los mismos. Que una obra de gran calidad como el corto de Abram Tomás no pueda ser diferenciada de un producto televisivo de consumo rápido por una buena parte de los espectadores es una catástrofe cultural cuyas consecuencias revisaremos más adelante.

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